4.3.2 Pefil del mediador intercultural
Los rasgos de carácter general que tiene que cumplir el perfil del mediador intercultural son : ser mayor de 25 años, ser hombre o mujer dependiendo del colectivo con el que interactúe, que tenga vinculación al origen cultural del colectivo, que posea experiencia migratoria, y que lleve largo tiempo de residencia en la sociedad de acogida.
Respecto a sus habilidades, debe dominar instrumentos y procedimientos de: apoyo personal(empatía, relación de ayuda, escucha activa, comunicación,...); Animación de grupos y moderación de reuniones; Análisis de sistemas socioculturales; Negociación y resolución de conflictos interculturales; Información, sensibilización y difusión; Trabajo en equipo; Defensa de derechos e intereses (procedimientos de reclamación, interposición de denuncias,...); Acción social; Inmersión y toma de distancia con respecto a las distintas situaciones en las que interviene.
También debe saber: dominar la lengua de su cultura de origen, o de alguna lengua vehicular en su defecto, y la lengua de la sociedad receptora; debe tener conocimientos básicos sobre distintos modelos de desarrollo personal y relaciones interpersonales; asimismo debe conocer la migración y los movimientos humanos; también debe dominar conceptos sobre participación, organización y dinamización de grupos; es necesario que conozca básicamente el funcionamiento y los recursos de la sociedad mayoritaria y de los colectivos de inmigrantes, así como la legislación vigente de las sociedades de origen y receptora; y también se necesita que tenga conocimientos básicos sobre grupos sociales y su organización – tanto en origen como en el país receptor – así como la relación entre mayorías y minorías.
Su actitud frente al mundo debe ser abierta, creativa, imaginativa y de conocer y conocerse. Toma conciencia de lo que ocurre alrededor de él y acerca de sí mismo. No se cierra ante la realidad, siendo sincero y confiado en ella. Saca posibilidades de donde parece que no las hay.
Respecto a sí mismo debe ser honesto, sincero, valiente y modesto. No se engaña a sí mismo y hace siempre lo que tiene que hacer, sin objetivos ocultos ni dobleces; tiene ánimo y no se inhibe ante las dificultades. Tiene conciencia de su rol.Ante el otro debe tener una actitud cercana, de escucha activa, comprometida y solidaria. Es próximo y accesible a los demás, sabe ganarse la confianza y el respeto del otro, le comprende y le presta atención. Tiene ante sí una oportunidad de trabajar para la justicia.
En la relación debe mostrar interés por el otro, tener fe en los recursos y posibilidades del otro, así como aceptarlo tal y como es. Inclina su ánimo hacia el otro preocupándose por él y sus situaciones; hace de facilitador de las potencialidades del otro. Sabe que su visión del mundo no es la única, entiende y da valor a la visión del otro, respetándola aunque no la comparta.
Debe ser cooperativo, dejar participar y participar, negociador y conciliador. Actúa junto a los demás en el logro de los objetivos, se implica en el desarrollo de las tareas y abre espacios para la implicación de otros; busca acercar posturas y visiones del mundo distintas.
Sus ideas deben ser flexibles, tolerantes y respetuosas. No se considera en posesión de la verdad, acepta las posiciones de los demás, así como reconoce y tiene en consideración las opiniones y prácticas ajenas; pone atención y acepta lo que dice y hace el otro; reconoce los derechos ajenos al tiempo que hace valer los suyos.
También debe mostrarse sereno, coherente y equilibrado. Dice lo que hace y hace lo que dice, sabe situarse de modo apacible en los acontecimientos, apuesta por la moderación y la negociación en los conflictos; sabe armonizar las fuerzas opuestas en las situaciones, busca igualdad en las relaciones y es sensato a la hora de afrontar los hechos.